viernes, 6 de mayo de 2016

Escritor-a-do

¿Usted es escritor? Pregunta una muchacha, después de finalizados mis gorgoritos en una conocida preparatoria de la ciudad. La acompañan otros chicos, incrédulos, a la espera de mi respuesta. Dudo un instante sonrojado por quién sabe qué, pero mi gusto por contar historias (y su modesto éxito) supera el prístino rubor:

— Sí, lo soy.

Entonces la muchacha me recibe con un gancho al hígado:

— ¿Y cómo lo sabe?

¡Ah chingá! Mis manos comienzan a sudar. Los preparatorianos, transmutados en toros, son algo serio. No se me ocurre otra cosa que preguntar si les ha gustado mi librillo. Entonces sucede el milagro, sonríen y confiesan les gusta mucho, aunque dudan de mi autoría porque no parezco escritor. ¡Recontrachingá! ¿Y cómo son los escritores? ¿Jóvenes? ¿Guapos? ¿Atléticos? ¿A la moda?  Bueno, reconozco que no soy guapo, más bien cubista. Ni atlético, más bien Botero. Soy algo así como rústico… obtuso. La gente lo piensa dos veces para acercarse a mí, pero en el fondo soy una noble bestia.

¿Cómo saber si eres escritor? ¡Fácil! Es como el dilema de saberse mampo (1) o gay. Solo hay de dos sopas: Se es buen escritor o mal escritor; punto. Los últimos nunca reconoceremos lo mal (o pésimo) que escribamos. ¿Y quién determina si se es bueno o malo? Pues los lectores; nadie más. Los agudos especialistas que llenan las solapas de notas como: “El libro del año” “Una libro que te atrapa de principio a fin” o “El escritor que llegó para quedarse”, no determinan si eres bueno, o no.

Llega a mi memoria el taller de cierto poeta, narrador y periodista chiapaneco (de cuyo nombre no quiero acordarme), al que le hicieron “la pregunta envenenada”: ¿Cuál es la fórmula para escribir una novela? El viejazo, ingenuo, se acomodó el sombrero, respiró cual si fuera Clint Eastwood en una epifanía de Los imperdonables, y espetó:

— La fórmula está en escribir una oración, después otra y luego otra, y así, sin parar, cuando menos lo esperas ¡pum!, ¡ya está la novela!

Acto seguido la mitad de los asistentes se marchó. Semanas después se cancelaba el taller por falta de clientes. ¿Y cuál es la fórmula? ¿Usted la sabe? Yo no.




(1)    Mampo: Volteado. Marica. Homosexual… Gay de pueblo. Adjetivo derivado de la palabra Mamporrero. (Mamporrero, ra: 1. m. y f. Persona que dirige el miembro del caballo en el acto de la cópula)

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