sábado, 21 de mayo de 2016
Intelecto
“En gustos se cierran tiendas”, comenté en una reunión. Un sujeto sin predicado me preguntó de quién era la frase. Iba a responder “mía”, pero al verle en pose de Intelectual Come Caca (I.C.C.), le dije: de Carlos Monsivais. Acto seguido cambió de pose I.C.C. a Intelectual Come Mierda (I.C.M.), y se despepitó en elogios al Monchis.
Los I.C.C. y los I.C.M. no son exclusivos de Chiapas, abundan en otros estados, y uno de ellos se me apareció en Puebla, dueño de una afamada librería en el norte de la ciudad. Yo quería presentar a escritores chiapanecos y vender sus libros. Luego de esperarlo un rato, apareció. Le dije el motivo de mi largo viaje desde Chiapas hasta su negocio. Le expuse la idea de jóvenes chiapanecos en su librería y, ¡oh, dios!, adoptó la pose de I.C.C., se frotó el rostro, supongo para conectarse con “el más allá”, en un trance digno del Doctor Alicán y el Niño Vidente (1). Luego dijo: No es mala idea, pero debes traer "lo bueno" de la literatura chiapaneca. A los autores que mencionas no los conozco, y el ingreso de los libros al sistema y su promoción es una joda. Exijo calidad en la propuesta, porque si no, corro el riesgo de público escaso y cero ventas.
Ingenuo, le dije que era la oportunidad para promoverlos. Entonces la posé alcanzó el nivel I.C.M., para expresar: La verdad, el mejor escritor de Chiapas se llama Jaime Sabines, ¡y se los envidiamos, créeme! Nosotros no tenemos uno de esa talla, y lo lamento. Insisto, no es lo mismo que Tú presentes un manual para doblar papel, a que lo haga Juan Villoro. Contigo no vendrá nadie, pero con Villoro atasco el local. ¿Me explico?
Terminé mi “café de altura”. Luego le pregunté si tenía un pico y una pala. Desconcertado, preguntó: ¿para qué? Sí, primito, insistí, si tenés pico y pala desenterramos a Jaime Sabines ¡de volada!, y arreglado el asunto. Entonces dio la vuelta y se fue, encabronado.
De regreso a Chiapas pensaba en el pico, la pala y el esqueleto de Sabines. ¡El éxito estaría garantizado! Los escritores chiapanecos se harían acompañar del esqueleto del poeta, garantizando público y venta de libros. La esperanza estará en que un día los I.C.C y los I.C.M. vean a los escritores chiapanecos de otro modo, los lean y escuchen, compartan asombros, y por qué no, beban juntos un café chiapaneco, a la altura de las circunstancias.
(1) Se rumora que el Doctor Alicán tuvo serias diferencias con el Niño Vidente, las cuales se adivinan irreconciliables. Cada uno da consulta por separado, con renovados bríos y nuevos valores. Ambos siguen garantizando satisfacción total.
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