jueves, 20 de abril de 2017

Suprarrealismo

MiniMí camina a desparpajo de acá para allá, señal de que está contento. Recién salimos del cine rumbo a la máquina de los helados. En mi mente "delicio" (verbo MiniMí) un sorbete de chocolate con chispas de chocolate, galleta de chocolate y barquillo de chocolate. MiniMí sigue en el desparpajo. De pronto se detiene en seco para preguntar: "Papá, ¿cuál es la diferencia entre 'sub real' y 'surreal'?" Carajo, la nieve de chocolate se desvanece cual si fuera “La persistencia de la memoria”, de Dalí. ¿Qué #$*/&¡ pregunta es esa? Las nieves están a dos metros de distancia, casi nada comparado con el abismo que puedo provocar si no le hago frente a esta suerte de "torito placero" liberado por MiniMí.

Trato de dar una explicación sencilla con analogías igual de sencillas. Lo "sub real" (acá adopto la pose de taita enterado) se refiere a algo poco real... es decir, algo que no alcanza la realidad plena... una realidad inferior como... este... es decir... una realidad menor. ¿Me explico? MiniMí cabecea, se distrae mirando su reflejo en el cristal de un aparador. Siento que lo pierdo ante una explicación tan pobre de mi parte, y lo más jodido es que no se me ocurre ningún ejemplo. Entonces (para salir del escollo) despepito mi idea de "surreal", y le digo que es algo que va más allá de la realidad, más allá de lo que podríamos imaginar... una realidad sublimada. MiniMí me mira sin verme. Imagino giran dentro de su cabeza mis palabras, buscando acomodo.

Intento ordenar mis ideas con el propósito de no confundirlo... ni de confundirme. Le digo que se imagine algo que se estire (albureros abstenerse). "Una liga", responde. Entonces le pido se imagine estirando esa liga. "Ya", contesta. Luego le pido sustituya esa liga con "algo" que en nuestra realidad es imposible de estirarse. "Ya", contesta. Le pregunto qué cosa es. "¡Mis nalgas!", responde, y acto seguido se suelta a reír con desparpajo. Río junto con él, aunque sin tanta facilidad.

De inmediato viene a mi memoria un cuadro de Dalí, de nombre: "El enigma de Guillermo Tell", cuadro que le valió al genio de Figueras ser expulsado del movimiento surrealista. Es la imagen de Lenin "aguillermoatelado", con una nalga horizontal del tamaño de su pierna derecha, apoyada sobre una orqueta. A don Bretón eso lo ofendió, a tal grado, que le fue imposible ver el cuadro. Recuerdo también lo leído en una revista sobre la presencia de Guillermo Tell en la obra daliniana, reflejo de su protesta y rompimiento con la figura paterna, que en este caso representa esa ruptura en dos sentidos: la separación de su padre biológico y la de su padre artístico.

¡Coño!, caigo en la cuenta de que mi Minimï y su respuesta de una nalga superlativa vaticina su futuro rompimiento conmigo, su padre. ¿Y si lo excomulgo yo primero, antes de que él me mande a Chihuahua a un baile? ¡A burro!, me digo, ni que fuera yo André Bretón, quien excomulgó a Salvador Dalí del grupo de los surrealistas. O peor aún, que me respondiera como lo hizo el pintor a su verdugo, de que en su pensamiento había hecho un acto de surrealismo total al imaginar uno de sus tantos sueños con extrema minucia y escrupulosa exactitud. O mucho peor, que me dijera: “Es lo mismo, mi querido Bretón, que si yo soñase hoy que estoy con usted en una posición amorosa, mañana por la mañana no dudaría en pintar esta escena con todos sus detalles”. ¡Carajo! ¿Esto que pienso es “sub real”?... De tanto pendejear, olvido dónde estoy. Trato de hallar a mi surrealista engendro, que con esa sola respuesta me ha llevado al final de mis principios, o al inicio de mi final, o... lo que sea.

De quién sabe dónde aparece MiniMí, sujeta mi mano y me arrastra los últimos metros hasta la máquina de los helados, donde le pide a la "abobinable" chica de las nieves una canasta sabor vainilla, con chispas de chocolate, caramelo, jarabe y lunetas. Yo pido un cono sencillo, sin ingredientes extras, algo que bien podría llamarse un helado "sub real", ante la tremenda canasta surrealista de MiniMí, quien "delicia" sin ningún apuro su pantagruélico postre, retecontento, mientras yo busco en mi memoria ejemplos de algo "sub real", palabra que agudos especialistas desestimarán diciendo que "no existe", pero estarán equivocados, porque es tangible en cada enunciamiento fonético y textual.

lunes, 10 de abril de 2017

Vacaciones

Una conocida me pregunta si lo que mando por guasap y por tuiter lo escribo yo. Le digo que sí. Ella pone cara de asombro, me sugiere vea más televisión, luego me aconseja contrate el servicio de cable que recién acaba de entrar al fraccionamiento, que además de tele ofrece teléfono e internet, y muchas estaciones de radio, todo de buena calidad y mejor que la "señal abierta". Le digo que no porque esa empresa destruyó el pavimento de las calles y las reparó de manera deficiente, ahora hay zanjas por doquier igual que su programación, llena de violencia.

Ella dice que yo exagero. Yo digo que ella también. ¿A poco no ve usted la tele? Pregunta, malévola. Le digo que sí, que contraté un puñado de canales (películas, caricaturas y  deportes). Hay canales que están dentro de ese puñado pero que no veo ni de broma. Claro, responde, así son los que se creen intelectuales y se burlan de quienes sí ven televisión sin prejuicios, para divertirse sanamente. Le digo que se equivoca, no soy un intelectual, y eso de divertirse sanamente es discutible. Sin embargo le digo que respeto la preferencia de cada quien, y que dentro de su casa puede hacer de su tele un tótem, que igual lo respeto. Con tal, se vive solamente una vez y uno decide cómo desperdiciar su tiempo de vida.

Ella se me queda viendo y me reta a que escriba sobre la televisión de paga; por ejemplo, sobre History Channel, a ver si es cierto que está llena de violencia. Yo le digo que quizá lo haga, pero que antes debo terminar de escribir una historia, un libro que leo, y un curso. Ella se ríe con algo más parecido a una mueca, y se despide antes de desaparecer por la puerta del oxxo, triunfante.

Estoy solo en casa, listo para terminar mis pendientes, entonces decido encender el televisor y buscar el dichoso canal "H". Cual si fuera magia aparece "historias de guerra". Carajo, me digo, ¿cómo le haría mi vecina para defender esta primera evidencia? Una mujer japonesa, diminuta, relata los horrores vividos como enfermera en los hoyos cavados por los nipones, para defenderse de la invasión gringa. Recuerda a los soldados japoneses matando a sus compañeros sobrevivientes, y después a los gringos salvarla y darle de beber agua. El conductor del programa se conmueve...sí, el conductor es gringo… y el programa también. Apago el televisor decidido a terminar de escribir, pero esa pequeña muestra me tiene distraído. Buscó la programación del dichoso canal "hache", y me encuentro estas linduras. 

EE. UU., PROFECÍAS, OVNIS, EXTRATERRESTRES, GUERRA, ARMAS, FANTASMAS, BATALLAS, CALÍGULA, TERROR, CAZADORES, MOMIAS, JESÚS, EL SEXO, CONSPIRACIÓN, NAZI,  CRUCIFIXIÓN, DESAPARECIDOS, NOSTRADAMUS, HITLER, HOLOCAUSTO, INGENIERÍA DEL MAL, EL TERCER REICH, ENGAÑOS, ENIGMAS, ESPIRITUS, FRANCOTIRADOR, MORTAL, ESTAFAS, GUERREROS, HUMANIDAD, IRONIAS, PERDIDOS, LA BESTIA, LA BIBLIA PROHIBIDA, LA IGLESIA OCULTA, HISTORIA NO CONTADA DE MÉXICO, LA TIERRA SIN HUMANOS, PECADOS, MARCADOS, MORTUORIAS, MEGA DESASTRES, MIEDO, OSCURIDAD, MILAGRO, MUNDO JURASICO, MUNDOS PERDIDOS, PATTON 360, PEARL HARBOR, PLANETA ASESINO, POLÍTICAMENTE INCORRECTOS, DIOS, AUGE Y CAÍDA, SAMURAI, SANGRE Y GLORIA, GUERRA CIVIL, SECRETOS, MEDIEVAL, VIETNAM, ¿CUÁNTA GENTE HACE FALTA? ¿PODRÍAS SOBREVIVIR AL FIN DEL MUNDO?, EL FINAL

En resúmen, un canal que cuenta historias donde no solo abunda la violencia, sino el miedo, la angustia, la destrucción, la parálisis, los prejuicios. Programas con una narrativa que nos orilla a la depresión si no estamos blindados con las narrativas propias, las originarias, las escuchadas en la casa, en el barrio y en la escuela. De ahí la importancia de la narrativa como medio de orientación de niños y jóvenes. 

Escribo hasta terminar el pendiente y salgo a la calle a comprar verduras. Afuera la ciudad ruge al ritmo de la música estridente aunado al claxon de las motos y los autos. Un avión cruza el cielo rumbo al aeropuerto. Está comenzando la furia de abril y el calor consume cualquier humedad...son las vacaciones de semana santa… días de guardar… allá, en la lejanía, el  esquema de lo que realmente quiere el tío Sam se ejecuta por enésima vez… la maquinaria de la guerra vuelve avasallante, ridícula… predecible.

lunes, 3 de abril de 2017

Qué será

Recuerdo aquella incertidumbre cuando llegué al Colegio. Cursaba el penúltimo semestre de una licenciatura universitaria, más lleno de vicios que de académia, y quizá eso me hacía el menos indicado para ingresar al cuerpo docente de un colegio femenino. Mi experiencia con el manejo de grupos era de gran ayuda. Antes había trabajado en una escuela donde asistían jóvenes rechazados de otras instituciones, casi delincuentes juveniles, quienes te ofrecían costales de madrazos si los reprobabas o los acusabas con los directivos. Visto así, ahora me hallaba en un palacio. Este colegio era la gloria, dirigido y administrado misioneras.

Sentado en la sala de espera, observaba una pieza de tamaño considerable con la inconfundible fisonomía de Jesús, crucificado, que adornaba la sala. Cuanta consternación había en esa pieza. Dolor, sangre y brutalidad sin medida, que alguna vez oí decir era por culpa nuestra... mía... del mundo; de los pecados universales. ¡Carajo!

Apareció frente a mi una mujer joven, de piel blanca, rostro oval y sonrojadas mejillas. Los ojos color verde eran de una ternura bárbara. De inmediato me cautivaron. Bajo el tradicional hábito azul se adivinaba un cuerpo curvilíneo, casi un ángel. Sus labios de un rojo grana apenas se movieron para decir:

-La Madre Superior le espera, haga el favor de pasar a la dirección.
-Sí... gracias... ¿Su nombre es... ? –pregunté, alelado-
-Soy la hermana Pura ¿Y el suyo?
-Dante... Dante Cienfuegos.

Dio media vuelta al tiempo que hacía un ademán para que le siguiera hasta la oficina de la madre superiora. Juro que la vi flotar. Era definitivo; me había topado con un ángel.

La entrevista con la Madre Superiora se evade de mi mente. Lo cierto es que al siguiente día ya era un flamante profesor de bachillerato, según constaba en el contrato laboral, no sin salvar un pequeño escollo:

-Antes de que firme –me detuvo la "hermana Juanita", administradora –quiero preguntarle algo muy importante... ¿Es usted católico?

¡En la monja! Digo, ¡En la madre! Me sentí descubierto; sin embargo años de pecados me permitieron salvar ese trance:

-Por supuesto. Si no se me nota es porque la cara no me ayuda, pero de eso no hay duda. Bautizado y todo.
-Le creo, sin embargo quisiera preguntarle una indiscreción... ¿Quién decidió ponerle por nombre Dante? ¿Su madre o su padre?
-Mi padre –contesté sin más explicaciones- ¿Puedo firmar el contrato?

Al aceptar mi falso catolicismo sentí como el espíritu del “Che” me abandonaba. Me sentí un traidor.

Siguieron meses difíciles luchando contra los programas de la Secretaría de Educación, los libros de Preparatoria Abierta y mis instintos más primitivos; los propios de un hombre de 23 años. A pesar de haber mujeres jóvenes y bonitas, para mí no había nadie más que la angelical hermana Pura. Aparecía en mis sueños más profundos, con trajes de moda, sin el hábito de la congregación. Luego no sólo la veía en sueños sino también despierto. Me imaginaba besando sus labios color grana, pero cuando quería abrazarla algo me desconectaba, sin poder controlarlo. ¿Freno moral? ¿Algún agente divino? ¿El “Che” en venganza? ¿Las fuerzas oscuras del Neoliberalismo?

Una noche en el transcurso del retiro espiritual en turno, velando la fogata y el sueño de las alumnas, me animé a disipar una duda que varios colegas y yo queríamos resolver. Estaba blindado contra pudores innecesarios para preguntar... lo necesitaba. Después de disertar sobre el “dogma de fe”, la posición individual del trance histórico entre Barrabás y Jesús, y de si era mejor salvar cuerpos que almas, dí el golpe de mano:

-Hermana Pura, la teoría de la evolución no es broma. Los instintos son eso; instintos, y estoy seguro de que la selección natural de las especies aplica por igual, sin distinción de creencias religiosas. No sé si me explico.
-¿Y ahora de qué hablas? Y no, no te explicas.
-Mi duda es esta. Usted es mujer y como todo ser vivo tiene sus etapas, sus necesidades... sus afectos...
-Ya, hombre bendito, dime qué es lo que te acongoja.
-Bien... Ahí le voy... ¿No siente usted deseos sexuales? Digo, ese gusto femenino por el sexo opuesto... mariposas en el estómago cuando ve a un hombre apuesto... alguna fantasía... usted sabe; deseo carnal.
-¡Claro que si! pero cuando eso sucede se lo dedico a mi “esposo” en oraciones.
-¿Cómo es eso? ¿No que usted es soltera? ¿Acaso ya se puede ser monja y estar casada? –pregunté sin disimular mi asombro- No entiendo.
-Te explico de la manera más simple. Cuando uno decide tomar el camino de la fe en Cristo, lo hace en dos etapas. Primero asistes a una especie de vocacional, donde te preparas y pones a prueba tu fe y, si en un momento dado decides no seguir, no sucede nada; te alejas y ya.
-¿Cómo Paula y Norma, que visten sólo camisa blanca y falda azul? Vendrían a ser algo así como “proto monjas” ¿Cierto?
-¡Dios mío! ¡Qué cosa! Se les llama novicias... no eso que dices, en fin. Si después de un tiempo estas convencida de que tu destino es vivir una vida religiosa, entonces tomas los votos definitivos y te “casas” con Jesús. Y eso se hace en una ceremonia muy solemne. Decidimos entregarnos en cuerpo y alma a Jesús. Ahora bien, cuando sucede lo que preguntas sobre los deseos carnales, mis pensamientos inmediatamente se remiten a él, se los brindo. No hay más.
-¿Los votos son de castidad?
-¡Pues si, señor! ¿De cuales creías? ¿Boletas electorales? ¡Ay, Dante, en el nombre llevas la penitencia! No hay urnas ni partidos de colores, mucho menos "candidatos" ni fraudes electorales. Ahí hay un único candidato y ese es Jesús.

La fogata agonizaba. Coloqué más leña y aticé el fuego. Ya casi amanecía y la hermana Pura comenzó los preparativos para el respectivo café, mientras las otras hermanas se levantaban para organizar el desayuno y la jornada religiosa matutina, que básicamente consistía en... ¡encontrarse con Jesús! Uta, eso era lo que yo quería, encontrarlo para recriminarle lo que ahora notaba, que el término “chuchería” era por él, un consumado mujeriego. El sistema de reclutamiento era digno de análisis, primero “novias” y después “esposas”. ¡Al carajo!

-¿En qué piensas, Dante? –me preguntó la Hermana Inés-
-En lo que me contó la Hermana Pura, que ustedes están casadas con Jesús.
-Claro, es cierto. ¿Y qué piensas? ¿Alguna duda que tengas? Puedo ayudarte a resolverla.
-Gracias pero no, estoy bien. Confundido pero bien. Voy a levantar las casas de campaña, que se hace tarde. Con su permiso.

Me alejé antes de saber alguna otra barbaridad, ¿Luego me saldrían con la historia de que los curas se casan con la virgen María? Después me enteré de que se casan con Jesús.