jueves, 16 de agosto de 2018

Lumaltok / El ritmo de la niebla



El pasado miércoles me apersoné en el museo del café (verso sin esfuerzo), para escuchar a Lumaltok, grupo que me atrapó con su primer disco hace ya varios años (aún resuena en mi cabeza la cadencia de Muj' na bu chibat: no sé a dónde ir). Es de esas bandas a la que me hubiera gustado pertenecer. Sin pedos, sin poses, sin compromisos, sin pretensiones; puro y llano PsicodelicPoxBlues. Me ha gustado desde siempre el rock, y otro tanto el blues. A falta de presupuesto, iba a casa de algún amigo con tocadiscos, sacaba mi casette Pionner o Ampex (robado a mi tío Chepe o a mi tío Óscar, alias "El Furi", que los compraban por paquetes), y nos poníamos a cazar las rolas que nos gustaban, casi un cien por ciento en idioma inglés.



De rock nacional me ufanaba de tener la colección del legendario grupo de Alex Lora: El Tri, pero no se crean que original, eran casettes "piratas", con las portadas fotocopiadas en cada pieza. Apenas salía un nuevo disco, ¡papas!, era sumado a los demás. Ya en corto sacaba la lira y me ponía a dar de guitarrazos a diestra y siniestra. Me sentía chido, libre, valemadre y rockero. Pero eso era solo mío, y solo tocaba cuando me sentía con ganas. Con los años grupos nacionales y extranjeros fueron y vinieron en mi vida rockeril, sin darme cuenta de que hacía tiempo me faltaba algo, que casi veinte años después Lumaltok me trajo de vuelta, lo que ya les dije: el PsicodelicPoxBlues, con guitarra, bajo, batería, y ganas, muchas ganas, que juntas los vuelven poderosos.


Lumaltok es merolek, chingón y zinacanteco. Hay quienes les hacen el feo porque tocan música de antes, un estilo que ya no se usa, y es precisamente eso lo que a mi me gusta. Cantan en tsotsil, idioma que no hablo (lo digo con vergüenza), pero con su música me basta. Ellos dicen verdad cuando comparan el idioma inglés con el tsotsil, que es lo mismo a la hora de cantar una rola: no le entiendes ni jota (tampoco hablo inglés, ni quiero), pero su música (idioma universal) conecta de maravilla con mi sentir. Me prendo, vibro, me emociono de a madres y me quedo más que satisfecho.


Esa mañana tocaron excelentemente bien, demostrando a más de uno que sí son de verdad, y además porque tocan por puro gusto. Lo disfrutan y lo comparten sin bronca. Varios medios asistentes a la rueda de prensa de la presentación de Svabajel Pukuj (el ritmo del diablo), su último disco, se retiraron apenas tuvieron la nota. Se perdieron del miniconcierto, que me imagino era de unas tres piezas, y ya, pero el Zanate y el Cheko ya estaban prendidos, y terminaron tocando más de tres, todas chingonas y con el blues a todo mecate.


"¿Es usted de los medios?", me preguntó alguien. Contesté que era fan del grupo, y que había asistido por mi puritita gana (además, qué tal preguntaba si era yo de los medios... medios pendejos, medios ilusos, medio medio, o completito...uno nunca sabe, carajo). El Cheko y el Zanate se brindaron completitos, no solo en la ejecución acústica, sino con quienes compraron sus discos y se formaron para pedir la foto y el autógrafo (yo soy fan, y pedí el autógrafo... foto no). Y se brindan porque les gusta lo que hacen. Han pasado diez años y están en forma, livianos, honestos, divertidos, y suspiran por otros diez años más. Eso habla bien, no son cochis. Poco a poco que llevan prisa.


Cada vez que los veo tocar en vivo, me imagino que soy parte de la banda, y que subo a dar de guitarrazos junto a ellos, bien pedorro yo. Y que piso los escenarios más chiludos del país junto con ellos, y que me raspo el hígado con pox, mientras afuera las fans nos gritan ¡K'usi Abi, baby! Se acerca el final de la tocada, y Cheko pulsa las primeras notas de Sik y Zanate destapa el pomo, el otro, el de las esencias, y dice, decimos...gritamos: "nuestro corazón murió, nuestra alma..." Porque duele saber a diario de las mujeres asesinadas. Porque las estamos matando de una u otra manera nosotros, con nuestra indiferencia.

Termina el concierto, se apagan las luces, guardamos el cariño de todos en nuestros corazones y retornamos... retornan a casa, al sur, diciendo salud, alzando las cervezas y el pox... maldita sea. Y yo me refugio en mis pocas palabras, y me pongo a esperar de nuevo la oportunidad para ir a verlos, para oirlos, y después subir al escenario y volver a acompañarlos, igual de orgulloso que ellos por compartir algo que nos une, más allá de las latitudes: el rumbo, la música y el pox.